Los sueños siempre intrigaron a la humanidad y fueron objeto de muchas investigaciones y especulaciones. Cada Escuela Psicológica tiene su propia interpretación, lo mismo que las diferentes religiones o líneas espirituales y filosóficas.
Hablando de un punto de vista terapéutico más general, los sueños representan nuestra realidad psíquica, o sea, la noche nos trae símbolos de nuestro mundo interior. Son como las ventanas del alma pero con un ropaje simbólico, que uno debe aprender a develar. Las imágenes del sueño pueden aparecer claramente al ego onírico, que los vivencia como una realidad concreta. No obstante, al ser despertado abruptamente, las imágenes se distorsionan o se desvanecen o pierden toda su fuerza transformadora potencial.
Durante la noche, cuando dormimos naturalmente, libertos de las cargas institucionales y de las represiones de la sociedad, estamos libres para soltar las riendas que tienen aprisionada buena parte de la fantasía y de la imaginación y empezamos a soñar. En ese sentido, pueden constituir un poderoso instrumento de sanación de heridas anímicas. ¿Por qué? En los sueños el ser humano tiene la posibilidad de conocer aspectos que le son desconocidos cuando está despierto. Este “desconocido” no siempre es agradable, porque muchas veces uno se encuentra con su lado oscuro, sombrío, que teme ser descubierto. Corresponden a una parte que trata de mantenerse velada para la conciencia normal. Buceando en mares profundos se puede alcanzar la fuente interna de sabiduría y adentrarse en el nivel del sueño transpersonal. Escritores, pintores, músicos, científicos, inventores, terapeutas, pueden tener en el sueño su fuente de inspiración. Forman, junto a las frases motivadoras o las visualizaciones en positivo, una de las herramientas más potentes para desplegar todo nuestro potencial mental.
¿Qué es ese desconocido que se presenta en los sueños?
Esta pregunta demanda una respuesta reflexiva compleja, como complejo es cada ser humano. Para algunos representa el opuesto de lo que la persona es en la vida externa, de lo que piensa ser o de lo que representa en la sociedad: una dulce monjita puede soñarse como una bruja mala, un juez muy recto puede verse como un terrible criminal o un empresario de éxito como mendigo o ladrón. Se trata de los sueños compensatorios: durante el día uno vive de una manera aceptada por el entorno, o por el papel y la función asignada por su puesto o profesión, pero la noche le arranca la máscara y le pone delante de un lado indeseable, que necesita atención terapéutica. La persona aprende mucho cuando da atención a este tipo de sueños. Algunos sueños parecen ser tan solo una repetición de la vida, pero siempre habrá un detalle que discrepa, y es ese detalle que está indicando algo a que se tiene que prestar más atención para aprender sobre las actitudes diarias o para corregir algún punto ignorado del carácter. Lo mismo ocurre con los sueños repetitivos, que la persona tiene en el transcurrir de la vida: está llamando la atención hacia algo que se tiene descuidado o una lección que no asimilamos, algún aspecto que necesita ser transformado o cambiado.
La interpretación es el inicio de la sanación
El desconocido que acecha en los sueños puede ser resultante de represiones de toda la vida, en especial de los primeros años, así como de experiencias traumáticas que fueron negadas porque se impidió su expresión emocional natural, pero el cuerpo que sueña pugna por ser reconocido y curado.
Puede ser el caso de las pesadillas o de los llamados sueños metabólicos. Los sueños representan también ilusiones que uno acaricia ocultamente y que al inicio son muy misteriosos, que a medida que se aproxima a la posibilidad de concretización suelen tornarse cada vez más impositivos y el soñante necesita aprender las señales y símbolos de sus sueños para transformarlos en realidad. Los sueños transpersonales son oportunidades de aprendizaje para la autotransformación, para salir de la rutina, hacerse más creativo y evolucionar. Algunos de los sueños premonitorios y los proféticos, pueden ser catalogados como transpersonales, porque van más allá de la personalidad de uno, vienen de esa dimensión transtemporal. Desde el Antiguo Egipto, la famosa interpretación de José sobre el sueño premonitorio del faraón de las 7 vacas gordas y las 7 vacas flacas ayudó a que el faraón y sus súbditos pudieran prepararse para los tiempos de escasez que estaban por venir. Este es uno de los tipos de sueños transpersonales, los cuales demandan un mayor conocimiento de las leyes psicológicas y espirituales, para que se pueda atinar con su correcta interpretación. Imágenes, símbolos, arquetipos son el lenguaje de la psique, del alma. Así es como el alma nos habla y se expresa en los sueños, instándonos a dar nuevos pasos en el camino evolutivo. Además, como hijos de las estrellas y buscadores de la realidad más elevada, podemos recibir sueños extraordinarios que son como destellos de nuestro ser real, nuestro yo superior o maestro interno, nuestra divinidad.